miércoles, 14 de septiembre de 2016

UNA BRIZNA DE ESTÍO

La algarabía del verano agita la mano despidiéndose, quiso mantener su protagonismo, pero el sosiego de una climatología cada vez más perezosa se lo impide. Su adiós nos obliga ahora a buscar rincones acogedores, palabras cálidas y sonrisas generosas y hacer acopio de paciencia y esperanza. Y un día, así sin más, enloqueceremos buscando una brizna de estío por la que colarnos, traviesos, tras sugerente resquicio. Otro día, no seremos capaces de soñar con un sereno instante de agosto, porque nuestro letargo anestesiará las ganas y evaporará los recuerdos de un mar abandonado por las olas que apesta a salitre reseca. Pasado un tiempo, cuando el olvido ya nos gobierne, llegará la estación mágica, por sorpresa, por detrás; llegará sin querer, pero queriendo y nos abrazará bochornosa rebosando mimos y fantasías. Ese día, exultantes, seremos bullicio en el espacio en el que ayer nos sentíamos silencio.     

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